miércoles, 18 de octubre de 2017

Lepra y pérdida de dedos: Desmitificación anecdótica.

La lepra y pérdida de dedos: Desmitificación anecdótica.

La histórica anéctoda de la investigación que llevó a la desmitificación, o al menos a una explicación.


lepra Plena mitad del siglo XX y la medicina tradicional aún era tajante en aseverar que la pérdida de ortejos era inherente a la atrofia muscular producida por la lepra. La explicación convencía a todos los miembros de la comunidad científica de la época. Todos menos a uno: el médico inglés Paul Brand.

Era el año 1946 cuando Brand se unió al cuerpo médico del Christian Medical College & Hospital, en Vellore, India, un sanatorio donde se trataba a los enfermos de lepra. Lo primero que le llamó la atención fue que sus pacientes sólo perdieran dedos de la mano o del pie durante la noche. Decidió entonces investigar el porqué, sin vaticinar que la respuesta le llegaría casi de casualidad.

Un día, lidiando con una llave para abrir un candado oxidado, un niño leproso se ofreció a abrirla, e hizo el trabajo por él, sin el menor esfuerzo. Pero cuando Brand vio sangre en el suelo, le pidió al niño que extendiera la mano, y descubrió con horror que el niño se había rajado la mano con la llave tan profundo, que el hueso había quedado expuesto. Y todo eso sin que el niño se enterara. A Brand entonces le cayó el tejo sobre lo que ocurría: los dedos de los pacientes leprosos sí se pueden caerse a pedazos, pero no por una consecuencia directa de la enfermedad, sino porque al generar la neuropatía y perder tanto sensibilidad como dolor, los pacientes se herían ellos mismos con agentes externos sin darse cuenta.

Para corroborar su teoría, observó durante meses a los pacientes del taller de rehabilitación que atendía, y descubrió que en casi todos los casos, había una correlación entre las lesiones, la eventual pérdida corporal de los pacientes y los accidentes laborales o cotidianos. Esto le hizo creer cada vez más que los pacientes con lepra, al no sentir dolor, no tenían señal de alarma, y se herían hasta el punto de la automutilación, o dejaban que sus heridas se infectaran, y todo esto sin darse cuenta. Diseño herramientas especiales para evitar lesiones, logrando bajar excepcionalmente la incidencia de mutilaciones. También dirigió su atención a los pies: descubrió que las lesiones e infecciones en éstos, y la pérdida de dedos inclusive, se debían al calzado. 

Quizás el episodio más tenebroso relacionado con el tema, sea el de un chico que acudió a Brand faltándole la tercera parte del dedo índice. El muchacho se había acostado con su dedo intacto, y había despertado sin él. ¿Sería posible que los dedos pudieran caerse con la lepra, después de todo? Brand inspeccionó la cama del chico y el suelo alrededor, convencido de que el pedazo de dedo estaría ahí, si fuere el caso. Pero no estaba: sólo había manchas de sangre. Al verlas con detención, Brand descubrió unas huellas diminutas: las ratas habían conseguido colarse y darse un festín con el dedo del infortunado chico mientras éste dormía, sin que éste se diera cuenta en lo absoluto. Brand recurrió entonces a las soluciones de toda la vida, y trajo gatos a la colonia. Y en el equipo que cada paciente recibía al darse de alta, iba incluido un felino.

Brand entendió entonces que la mayor parte de las lesiones de los pacientes con lepra eran el resultado de la insensibilidad de la piel, y no la causa directa de la acción de la enfermedad.

Fuentes: Sigloscuriosos.blogspot.clPagina12

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